Aquel verano mayúsculo
de espléndidos amaneceres,
que enlazábamos...
con las noches de neón y música.
Cuánta energía, cuánta fuerza
al servicio del propósito de tu proximidad.
Inasequible a cualquier desaliento,
incansable siempre,
nunca llenos del mutuo gozo.
Aquel valor, aquel vigor,
aquel ánimo infranqueable,
aquella sonrisa convincente,
que acababa fundida en abrazo con cielos.
Juventud que haces del verano... ¡amor!
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