Estoy en clase, ellos también, son veinticinco. Sus caras expectantes cumplen el requisito de los comentarios y de las recomendaciones. Algunos tienen cara de buenos negociadores y otros parecen confiar en su sonrisa angelical, a otros los veo protegidos en exceso, y otros entregados a la magia de su nuevo tutor. Al empezar el curso, lo de siempre... la responsabilidad da muestras de alerta y se desboca el esfuerzo para estar a la altura. Gritar menos, y que los buenos propósitos no se pierdan por un exceso de celo. Ser justo y tener una medida entre el afecto y el respeto, suele funcionar, aunque a mi, alguna vez, me derrumbó un exceso de celo, poner el alma…
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