En mis tiempos era frecuente oír hablar de dependencias. Aquella alberga dinero y tienes plaza segura y cobijo de buen recaudo... quizá habrá de consentir consumar y tirar de los remos a la voz de algún amo, pero el recubierto es estable y duradero. Siempre pensé en no verme negociable, ni lince maestro protector de una inexperta, ni sumido a la merced de los altares de doña economía. Sólo desde el amor y el respeto es posible una buena convivencia.
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