Siempre cuento que la tierna juventud
es rosa blanca, clavel rojo,
azahar que huele a principio de jazmín,
pero nada de nada, monada…
Es flor en esencia, sin más decoro
que su lozana naturalidad al desnudo.
Rosas blancas, claveles rojos,
y no me pinten las flores,
ni me las engalanen con nada,
no me las pongan en jarrones,
ni en las mesas, no las corten,
vayan a verlas al jardín,
mejor al campo... y beban su aroma.
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