Llovían augurios, deseos, anhelos,
suspiros de músicas clásicas,
gotas de una nube de algodón de azúcares.
Llovían brotes de esperanzas tiernas,
verdes primaveras, amaneceres...
salidos del sueño de los buenos propósitos.
Llovían, como no, caídas de ojos
desprendiendo pétalos de rosas húmedas,
que hacían arco iris en sus visitas al sol.
Qué bonita es la lluvia, plural y mágica, eterna…
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