Me tomé la espuela, aquella que cacarean todos tus “compis”,
pero, en mi caso, nunca me puso al borde del derribo…
Épocas de cubata, de finos andaluces, o incluso ahora,
de Prioratos, vinos tintos, más allá de los de siempre,
pero nunca me pasé de divertido, tampoco de mareado,
sabía que, a partir de un determinado momento, me sentaría mal
y dejaba al instante los preciados néctares divinos,
a los que algunos llaman vinos... porque vinieron del cielo.
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