Y quiso saber por qué lloran las flores,
y por qué los cielos se empobrecen...
con nubes que alimentan las cumbres borrascosas,
por qué el sol se hace resquicios de penumbra
y la brisa es viento huracanado sin control.
Quiso saber la razón del estrepitoso fracaso
de los despropósitos imposibles, vencidos,
quiso, quiso tantas cosas, que se olvidó de reparar,
reconocer, albergar, tomar conciencia...
de la, posiblemente sin razón, profunda pena
de una alma sumida en la indiferencia
y vagando, impertérrita, por los espacios siderales lejanos…
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