No me importaría llevarla,
de la mano primero y después del brazo,
por la calle y los senderos del bosque,
y si se tercia, al altar de los altares...
del si bemol y por siempre sostenido.
Seria un honor y un placer...
que me vieran con ella por la vida,
endulzando los espacios de convivencia
que no siempre florecen del todo.
Pero, ese dos en uno, seria un regalo...
de aprecios precisos preciosos
de ciertos veraces…
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