Fue un día en que los vientos propicios,
los hados generosos
y los beneplácitos más exquisitos,
se escaparon del terrón de las esencias.
Fue un buen acuerdo,
una noche sin luna ni nubes,
donde el cielo se poblaba
de espectaculares estrellas,
y se hacía día y sol…
Fue como un compendio de satisfacciones,
musicalmente acompasadas,
a ritmo de la suavidad de los delirios.
Aquella vez que hablaron tus ojos,
y se hizo el silencio de los ruidos,
y pude oír la expresión serena
de aquellas maravillas azabache,
que llenaron mi alma...
siempre sedienta de ti, incrédula, cierta.
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