A los maestros nos gusta presumir de que sabemos un poco de todo, sobretodo a los antiguos, que no teníamos especialidad y éramos una especie de diccionario de cultura general al alcance de los alumnos y también de la sociedad en general, que igual te idolatraba que te tomaba por el pito del sereno. El maestro ducho, experimentado, curtido y, pese a no ser veleta, aireado por todos los Alisios, mira de reojo a cuantos le creen solución, y piensa que, como máximo, les mostrará el camino para llegar a la verdad a través del muy decente sendero del esfuerzo…
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