En la estación, los trenes van llegando, más o menos puntuales. Siempre reparo en las chicas, como hacíamos de mozos, y las puntuó de siete a diez… A veces pienso en un libro, El Perfume creo que se llama, que uno quiso hacerse la mujer ideal, juntando partes de diferentes muchachas, un monstruo, por supuesto, pero yo sí he pensado, sin matar a nadie, claro, que a un pensamiento noble le corresponde una sonrisa cómplice, a unos ojos de clara intensidad, les iría bien una melena ondulada como un agua limpia saliendo de una gruta sagrada. Buscar unas partes, de cuya composición saliera una Teresa, sería impensable, ella es única…
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