Se subió al tren...
y se acabaron las prisas,
medio duerme, casi lee,
mira un poco por la ventana
donde empieza a ver el mar.
Casi escribe una despedida...
que no pudo hacer, o no quiso,
casi sueña en el futuro,
siempre incierto, pero anhelante,
y, según parece, abierto de brazos.
Medio canta y le baila a la ilusión,
casi llora por los secretos...
que dejó por abrir.
Se relaja, o no, y cabalga...
al vaivén del tren,
que parece seguro de su destino,
inequívoco, lleno, feliz…
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