Una afinidad en continente y contenido,
un ambiente propicio al desliz consentido,
una afabilidad, un resquicio de orgullo de propiedad,
sin caciquismo ni derrotero de látigo,
un sello de corduras en los delirios de las suertes,
que sacaron pleno a los totales de los deseos anhelantes.
Un suspiro precansino que alivia y baila entre las flores
que hacen de los buenos propósitos...
un algo explícito, único, plácido, exquisito.
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