Camina como eléctrica, con un bastón,
con gestos asimétricos, la cabeza hundida,
mirando siempre al suelo...
En la espalda un saco raído y en la mano...
en la otra, una bolsa enorme,
como si llevara las alforjas a cuestas,
sus pertenencias vitales…
Parece que hoy tiene obsesión por las colillas,
busca por las proximidades de las papeleras
y por los exteriores de los bares...
con terraza para fumadores.
Se sienta en un banco de la plaza,
saca un trozo de pan seco...
que parece roer más que comer...
Intento invitarla a un café con leche,
me mira incrédula, otro día, hoy tengo pan.
Me voy decepcionado, triste...
seguramente pude hacer más, mucho más.
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