Qué más da si son mares de trigo,
o una invasión de amarillos oro,
arrozales, propiamente dichos.
O a lo mejor es un césped
de verdes uniformes bordeando el río,
o un azul de cielos marinos,
por donde pasear la imaginación
y todos los mejores sentidos activados.
Y si es una invasión de blancos de rosa...
con pétalos de luz,
o una nevada en el cerezo...
con flores que recubren y acarician,
todo y parecer rocíos congelados del invierno...
¡Que bonitos los colores de la vida bucólica!
¿Verdad?
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