Imposible que salieras de los fríos,
como las espías rusas,
tampoco de los vientos destemplados
que arrasaron las ilusiones delirantes...
menos aún que vinieras de una inspiración,
por muy precisa que fuera la reflexión.
Nada, seguro que no salías...
de un amanecer apresurado,
para paliar necesidades de clarividencia,
ni de un soplo de esperanza vana
que no llegó a existir y se deshizo...
como una nube en simple niebla.
Seguramente saldrías directa del sol,
y ahora sigues sin tener...
ni por asomo… competencia.
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