En el bar, los ricos tenían su mesa, reservada,
con poco disimulo, hasta tenían sillas nominadas,
y juegos apartados para tal menester.
En la peluquería, sus señoras, clientes habituales,
siempre tenían trato preferente, de cliente fijo y rico.
En el baile, sus hijos, eran un mundo aparte,
era un cortejo de círculo reducido, cerrado,
solo rico con rica, los demás abstenerse...
llevaban escrito en sus frentes altivas.
Ricos, a veces tan pobres que sólo tienen dinero...
¡Pobres ricos!
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