Cual caballo de Atila,
pisaré las malas hierbas
que osan envilecer tus cercanías,
y arrancaré de cuajo todas las semillas
que pretendan husmear...
tus interiores míos.
Y luego, buscaré los laureles,
que glorifiquen tu corona.
Y una vez liberada y proclamada...
reina de los espacios protegidos,
te amaré sin discreción
entre la maleza tierna,
que dejará de ser maleza,
por la gracia de tu proximidad,
radiante y exquisita...
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