Hay días en los que valdría la pena acelerar el amanecer…
cuando voy contigo de la mano, bajo un sol muy mejorado
por el reflejo de tus ojos de luna.
Que no se apague este mismo sol que acudió tan puntual,
que no se nuble, que no se esconda, que no se vaya…
y, en todo caso, en su ocaso que se recree con las nubes,
inundando los cielos de maravillosas tonalidades de rojos de fuego.
Quédate, permanece, como fiel testigo de la felicidad más pura y absoluta...
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada