Espectaculares platos de ración, a modo de tapitas, en el buffet del restaurante del Hotel Calella Palace, a cual más original y más buena… a mí me gustó sobremanera una barquita con unos mejillones que parecían del Delta del Ebro, unas gambitas y, por los fondos de la barca, unos trozos de rape crujiente, que sabían a gloria. Era divertido coger tres o cuatro tapas, con un aspecto muy atractivo pero que, además, tenían mucha calidad… Bien, la comida excelente y el hotel, en general, muy bien, quizá un defecto, que para nosotros es importante, sea que no está bien insonorizado, si lo solucionan, perfecto.
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