Y a mí qué me importa el amanecer si la luz duerme conmigo,
y, al abrir sus ojos, entrará el resplandor, con la ventana cerrada,
apartados del mundanal ruido que, pese a todo, no nos es indiferente.
Y saldremos a la vida a compartir luces,
y mediremos con rasero generoso las existencias,
y veremos que queremos y nos quieren,
y que hay más luz más allá de la luz que te alumbra,
y te permite ver más lejos de nuestra hermosa naricilla que todo lo huele.
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