Pegado a la ventana
que, cual ojo abierto al mundo
contemplaba la concurrida plaza,
escribía versos desde la suave melodía
de los latidos del corazón…
Y lo hacía en hojas de colores,
y hacía aviones de papel,
y por la noche...
cuando por la plaza solo paseaban
las nostalgias y los vuelos
de las actitudes en celo,
los lanzaba y los veía planear,
con la esperanza de que por la mañana,
esquivaran al señor de la limpieza,
y se te acercaran a levantar tu curiosidad…
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