Él espera, siempre espera, desde su rincón estratégico,
ella pasa para ser vista a través de la estrategia.
Y uno piensa... qué patético y magnífico a la vez.
Otro día, él saldrá de aquel rincón acomodado,
y se pondrá al final de los confines,
hasta donde abarque la visión y la exposición.
Quizá hoy mismo, por la tarde, visitarán juntos
los rincones estratégicos y los campos de exposición.
De todas formas, también eran bonitos aquellos tiempos
de las miradas en vuelo y los suspiros contenidos,
por entre las esperanzas galopando a favor de la brisa de tus pasos…
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