El insecto volaba ágil y feliz, y tenía buen gusto el susodicho, lo hacía entre la blanca y florida belleza de un cerezo que presidía el patio de mi casa del pueblo. Me gustan los frutales en flor, incluso los almendros tienen aquel encanto que fascina antes del fruto. Volviendo a los cerezos, me cuentan los sabios entendidos, que hay que plantar más de uno, para así facilitar la polinización. De todas formas es una belleza ver los árboles llenos de hermosas flores de buena esperanza…
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