No no, ni desafiante, ni altivo, ni consentido, más bien como el dueño de la casa, si es que hay casas de alguien, como dice una canción catalana. Los pajaritos saltan y se desplazan gráciles por entre las mesas de las terrazas de verano, ni se inmutan, van picando lo caído antes de barrer, pues saben que por la mañana, poco habrá para su pico. A mi no me disgusta que los pájaros, como los niños, se me acerquen, son brotes de ternura que purifican la sensibilidad…
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