El gato maúlla,
el lobo perpetúa su alarido
y el perro ladra travieso...
y da constancia de su proximidad.
La rana croa en la charca,
último recurso del estío,
el pez se columpia en las olas,
lejos de la playa, tranquilo.
La amapola colorea los trigales,
mientras, en un bar...
una niña rubia, no muy lúcida,
dice que su padre es un tocapelotas,
y lo proclama a los cuatro vientos,
luciendo lengua, escondiendo clase,
y equivocando el discurso,
y, sobretodo, la ubicación.
Son pecados de juventud
que todos hemos hecho alguna vez,
¿verdad?
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