Un ruido insoportable, el ritmo menos ritmo y rompedor de tímpanos jamás vivido, y tú me coges la mano como aquel que se coge a una tabla de solución, me miras, ladeamos la cabeza, hablan los ojos, nos vamos… Nos alejamos del estruendo cerrado, poco a poco respiramos mejor, nos oímos, aumenta la nitidez de la visión, estalla la paz y nos invade. Y, de repente, un banco con morera, un silencio con luna, una brisa suave, un beso largo, una lluvia de rocíos, el amanecer nos despierta…
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