No, no, nunca fui de nido en nido, menos de rosa en rosa, acaso las blancas me tentaron para arriesgarme en alguna excursión… Eso sí, fui un gran admirador de las convivencias en armonía, y de toda la gama de rosas que son, en esencia, el sueño de las flores. Tuve mi tiempo para el amor danzante, y me enamoré de la belleza y de la juventud, y hasta me encontré... o me encontraron. Era un enamoradizo compulsivo y, con el tiempo, te das cuenta que no hay nada mejor que estar enamorado, te activas, sufres, gozas, eres, estás vivo…
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