Me voy con el viento, hoy que sopla fuerte,
para hablar con la luna, ella siempre me escucha,
escondida entre las nubes...
que le sirven de abrigo y cobijo amoroso.
La luna, siempre la luna, para estar sin estar,
para saber de sus experiencias nocturnas,
para gozar de su compañía luminosa
a través de las ramas de un olivo.
El bello ojo amarillo me relaja,
me invita a pensar en los avatares de la vida,
y buscar el interés en su extensión…
La luna me indica que también puedo soñar en amarillo,
y que yo sepa, la luna no está prohibida,
de momento, porque... ¡con la que cae!
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