Un clásico en el quehacer de los jubilados es dar de comer a las palomas de la Rambla o a las lisas del puerto pesquero del Serrallo. Alguna vez, en el patio del colegio, mientras esperaba que los niños terminaran de comer, logré reunir más de cien palomas, dándoles arroz blanco del Delta, y se me subían encima con todo cariño. Hoy he dado de comer a las lisas, un trozo de pan que iba repartiendo en migajas, y por allí han aparecido hermosos ejemplares en buena exhibición…
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