En el bello rostro de lustre inmenso, de una rosa amarilla,
veo la dignidad del ser, del pensar,
del proceder pacífico hacia la ilusión de la libertad…
La rosa blanca, madre de las flores, señora del jardín de los aromas,
se dignifica con el bello color de la lucha en paz y por la paz,
de las manos arriba, de la libertad para pensar y expresarse...
sin que ningún misil dictatorial te cierre la boca.
La rosa roja, la de “Sant Jordi”, la del amor, la del beso...
pero claro, el hombre no puede ser hombre si no es libre, ¿verdad?
Las rosas, la vida…
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