La primavera ya enseña sus uñas, pintadas de verde al sol, con el viento en ausente descanso y las olas de mar a ras de arena tibia. El paseo es ya sin chaqueta, y pronto con sandalias y pantalón corto, y la cervecita “ in-mente”, pero después del deber cumplido, una horita andando… Si la cosa continúa así, me prepararé la bicicleta, mi “Impala”, que debe estar triste y compungida, allá en la habitación de los recuerdos. Paseo con bici, muy despacito, sin prisa, cerca del mar, oler y contemplar los azules... puede estar bien.
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