Pido perdón por pedir perdón...
lo normal es que te beba los vientos
con los que levantas toda la fuerza alicaída
de la incipiente tropa,
y te absorba los sesos
con los que me completo y preparo
para mis silencios programados.
Callar desde una rama de acacia,
acumular conocimiento, sapiencia,
por si un día hablo y le cuento al mundo
el impacto de las mariposas,
que en sus procesos mágicos,
se reproducen y bailan y te bailan
al son de la partitura afín.
No, ya no pido perdón, tampoco callo, ya no…
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