Tu parpadeo siempre produce un chirimiri de aromas perfumados,
nunca es de perturbación, más bien de regalo y engrase...
en el cambio de luna de tus ojos de sol.
El abrir la ventana, una puerta, unos brazos, el alma entera...
es como aplaudir ante el paso de los buenos aires,
que vuelan con suspiros en buena compañía y dirección.
Tu parpadeo siempre me sorprende y su final es nuevo,
como el día de otro sol, de otra luz, día azul de mar…
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