El hombre es un bandido, un ladrón de estos que te roba el corazón, todo en el más cariñoso sentido de las palabras… Regenta un bar de almuerzos, de tentaciones varias, incontrolables: callos, manitas de cerdo, boquerones, calamares, bacalao en sus mil versiones, pescaditos, pulpitos… plancha y paella a discreción. Acudir aquí, alguna vez, es un espectáculo, la gente es feliz y los jubilados reviven y se saltan las normas, renace el carajillo, se enciende algún purito, y alguno se marcha a su casa teniendo la sensación de que canta bien…
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