A veces miro el cielo y el mar,
hasta que se juntan...
allá en la inmensidad,
horizonte, creo que lo llaman.
Otras miro los árboles,
los viejos y los hijos, y los arbustos,
aprendices de árboles
que oxigenan las vidas…
Siempre acabo mirando tus ojos,
donde habitan todos los azules,
y las ramificaciones...
de los sagrados brotes,
de los árboles eternos.
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