En la soledad de un cuarto oscuro,
sin arpa ni saxo, estoy... como bien,
la ventana en su sitio, y fuera...
misterios humanos, a merced del viento,
mi sofá, un cuaderno,
apenas un murmullo de interior...
El silencio me habla de ti,
y yo te cuento y tu respondes,
y yo dirijo las escenas,
y tu, actriz de las verdades,
pones la luz en el teatro de la vida...
Siempre cierro la puerta,
no por miedo a que me asalten los malignos,
sino para que no se escape la soledad,
y el silencio se dispare a gusto,
a mi gusto, porque, esta vez... soy el director.
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