Me encanta que me besen,
aunque sea de pensamiento,
palabra, obra, sin omisión...
Es un placer que me quieran,
las rosas cuando sonríen
y se dejan crédulas sus hojas,
pegadas a mis labios sedientos...
Pues sí, me gusta hacerme querer
y que me quieran a pulmón abierto,
sin tiempo ni volumen a medir...
Me fundo cuando me llega un aprecio,
un bienestar no fingido,
un alivio de paz, un suspiro de amigo/a,
que esté bien conmigo.
¿Y a quien no?, supongo...
todos queremos que nos quieran.
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