Ya estamos en Jaca, serán tres días de relax, por entre los pueblecitos del Pirineo Aragonés. La gente, de habla mañica, ellos, tienen el encanto y la música de la buena gente, la cerveza está fría, la carne es exquisita, y le haremos los honores pertinentes, ya que de mariscos y pescados, creo que hemos dejado el listón catalán por las alturas más altas. El hotel es una pasada, tiene piscina, una gran sala de billar y juegos, buen aire acondicionado y la wifi funciona bien, lo que no podríamos decir de todos los sitios por los que pasamos. Tomamos la primera Estrella en terraza abierta. Son las ocho de la tarde, las familias parecen reinventarse, pasean juntas, hijos, padres, algún abuelo, alguna sonrisa... o dos.
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