Las cañas me suenan a río,
el barro a arrozal y a barraca,
y la era a polvo y a pueblo.
La calle huele a arroz madurando,
a caballo y a carro con ruedas...
de madera, con ejes chirriando.
Los vecinos se saludan a gritos,
de una parte a otra de la calle,
y por la noche cruzarán de lado,
y compartirán sandía, del pozo,
con el frescor natural de la villa.
El payés descansa a la sombra...
de un árbol desmayado,
bebe de una bota, pese al calor...
Las cañas, el barro, el polvo,
y la era, y el pueblo, mi pueblo…
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