Vamos que nos vamos, que volvemos,
a los años de mozos de pierna levantada...
y si quieres te subo en mi moto,
y vamos a dos ruedas hacia los infinitos
y los cielos bordados de estrellas de mil colores.
Que bien, ya casi llegamos, allá...
por donde los silencios se hacen música entendible,
compuesta a dúo, por nosotros dos...
Tú eras la niña de los ojos enormes, luz,
y yo un buscador de oro, criba en mano,
por los lagos profundos del misterio.
Estamos por ahí, de sandalia y calzón corto...
hoy les abrazo desde Oporto, en Portugal.
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