No me entusiasman los tatuajes, aunque respeto a todo aquel que se cubre con todo aquello con lo que se identifica. Uno, los “tatus” los lleva por dentro: mi familia, mujer e hijo, La Salle, el Barça, Catalunya, Deltebre, el río Ebro, Tarragona, Reus, el mar Mediterráneo, el Puente del Diablo… no cabrían por mi pequeño cuerpo, aunque no me importaría, poder llevar, bien visible, uno cada día, como una proclama del amor que siento por mis próximos… Podría ser hasta divertido, ¿verdad?
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