La luna y yo nos vemos a escondidas,
hablamos de lo nuestro,
de la poca gracia que tenemos en las noches blancas,
de los cielos nublados y marrones, con ganas de rugir,
de otras noches en las que la luna descansa...
y el cielo se puebla de estrellas,
no hay nubes y se adivina un firmamento azul.
La luna y yo vamos de ronda,
paseamos tranquilos por la belleza azul,
observamos el descanso de los guerreros de la vida.
Me despido, la luna se emociona...
y me lanza guiños a través de la ventana cerrada.
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