Me recuerdo llegando a casa... y a mi hijo esperándome para ir de caza. Pues sí, podía ser cualquier cosa: mariposas (teníamos un cazamariposas), mariquitas, aquellas tan bonitas como útiles (se comen los pulgones), incluso alguna rana del río, y hasta una culebra de agua. Veo los ojos como naranjas del Pere pequeño, su ilusión por los animales en general, hasta tal punto que pensé que haría biología, pero ganó su capacidad artística e hizo ilustración. Un hijo, mi hijo, ya saben de lo que hablo, es la fuente de la que bebo y vivo.
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