Mirar el río Ebro es como mirar un cuadro... pero en movimiento y con la posibilidad de que haya variedad en la contemplación del espectáculo. Unas lisas que saltan, un vuelo de flamencos, unos patitos con madre merodeando las cañas cercanas, una barquita con remos, como último resquicio de algo natural, para pasar ya a las monstruosas motos acuáticas que hacen carreras, ante la desesperación de la madre naturaleza. Mirar el Ebro, contemplar la belleza, un cuadro vital para vivirlo y admirarlo. Mirar el río Ebro y soñar en la paz y el bien…
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