Nunca sabes de quién te vas a enamorar, tú estás en edad de dar, de saber, de merecer, como a la espera, deseada y deseable, pero por otra parte tranquilo, sin pedir peras al olmo, sin buscar euros a noventa céntimos. De pronto, una actitud, unos ojos, un comportamiento, una palabra, una sonrisa, una mirada, una prudencia, una solvencia, una voz que se escucha a requerimiento de la concurrencia… De repente, uno se para y nota algo, estás como tomado, deliciosamente preso, y se te pone cara de cordero degollado, pero es la vida, suele suceder así, los mayores lo recordamos lindo…
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