Sus lágrimas no las arranca el viento, ni los supuestos.
Eran ciertos, sentidos, reales, lo puso todo en el intento,
y la inercia, sin contemplaciones ni aspavientos,
actuó natural, no hubo culpables,
diría que ni vencedores ni vencidos,
solo la cruda realidad que, a veces,
es un correctivo cruel e innecesario...
Todo lo que es auténtico es comprensible,
y la realidad despierta a los sueños,
para bien o para no tan bien,
y los sueños sueños son...
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