No puedo empequeñecer...
más allá de lo que calzo,
ni el río inventar
principios lejos de la fuente,
en la roca que lo parió encantada.
No hay mejor final...
con suerte, que un mar,
previo delta con pantanos y lagunas.
No suelo correr entre los lindes,
más bien por las laderas,
con atajos de libre acceso,
y me quedo soñando en los abismos,
y subiendo por las cumbres sin borrasca.
Luego, despierto y ya no tengo timbres,
y miro los toros urbanos desde la barrera,
y juego con las gacelas del campo,
y voy al huerto, pero no me llevan,
...un suponer chulesquillo.
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