A mi meditación la golpeó un silencio...
que merodeaba por mis estrecheces más proclamadas,
quise acercarme a la soledad de los horizontes del más allá más lejos,
pero lo dicho, los silencios que te meten en meditación,
campan a sus anchas por todos los atardeceres perdidos de las cumbres
y los vacíos más crueles de las llanuras más significativas.
Tampoco está tan mal, deambular por los desiertos,
a los que sólo tienen acceso los silencios, de esos con voces atroces,
o simplemente cómplices de los inventos…
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