Yo soy aquel que, en la era,
descubrió la emoción del impacto
que tu presencia magnificaba,
y en el aula bebí tus aromas,
y me alumbré con la preciosidad
de las intermitencias de tus ojos…
Soy aquel que te esperaba ansioso,
después del perezoso amanecer,
que no acababa de llegar, escondido...
detrás de una nube sospechosa.
Y soy aquel que consiguió tu sonrisa,
y la guardó en el alma, reserva espiritual
de los amores más reales y sinceros…
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